Este capítulo nos permite conocer el móvil último de César, su visión del papel que Roma debía jugar en el mundo y el papel que tenía que representar él en dicho acto.
La Historia lo interpretará de manera diferente, según los alcances del historiador de turno. Unos asegurarán que todo fue por ambición; otros, que por odio a todo lo que representaba la República; otros, que anhelo de gloria al estilo oriental.
César, como el padre de Alejandro, Filipo de Macedonia, quiso aprovechar, no su oportunidad, sino la oportunidad de Roma.
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