Simón, opera magna

Egipto Antiguo y Cleopatra VII. En Sidón.

 

 Cleopatra está en Sidón

mas queda allá pocos días,

que en su mente hay otros planes

de retorno y de conquista;

y una guardia personal,

que sin duda necesita,

como está luenga de fondos

sin tardanza se adjudica.

 

La guardia personal.

 

Egipto Antioguo y Cleopatra VII. Al destierro.

 

Se han unido tres adultos

contra una Reina doncella;

suman en total cien años

contra 21 primaveras.

 

La Fortuna les sonríe

y en esta primera escena

expulsan a Cleopatra

del lugar en que naciera,

del palacio donde vive

y del reino que rigiera.

 

Mas desde el primer instante

va a demostrar esta Reina

que ella tiene más talento

que dinero y que belleza.

 

Desterrada.

Egipto Antiguo y Cleopatra VII. Las vísperas del golpe.

 

La historia del tal Potino

no era para ser contada

por culpa de un oficial

que, cuando los capturara,

ordenó matar al padre

y al hijo a poco lo mata.

 

Pero al tiempo llegó a ser

alguien de cierta importancia

que quiso hacer de las suyas

y que no le importó nada

desalojar de su trono

a la misma Cleopatra.

 

Degolló al propio Pompeyo

cuando bajó de la barca;

discutió con Julio César,

que de él en sus obras habla;

y no habló con Marco Antonio

por un tajo en la garganta

que César, canso del tipo,

ordenó que le pegaran.

 

El ascenso de Potino.

Egipto Antiguo y Cleopatra VII. El complot.

 

La Historia que  hoy abarcamos

 es de primera importancia,

que intervienen personajes

que tuvieron relevancia,

aparte de Cleopatra,

que túvola en abundancia.

 

Hoy interviene Pompeyo,

 que en Roma republicana

llegó a ser Número Uno

en prestigio, mando y fama.

 

Pompeyo prepara ansioso

la batalla de Farsalia

recabando ayuda a todos

los reinos que pueblan Asia.

 

Pide, pues, ayuda a Egipto

y se la da Cleopatra.

 

Poco sabían entrambos

que después de unas semanas

vales a cambiar la suerte

de la noche a la mañana.

 

En auxilio del más fuerte.

Egipto Antiguo y Cleopatra VII.

 

Hoy sabremos qué palacios

tenían los Ptolomeos,

que no eran pocos, ni pobres,

ni descuidados, ni estrechos.

 

Y sabremos de Potino,

que aun con hándicaps severos,

supo ascender en la escala

y hacerse en palacio un puesto.

 

Potino actuó en la Historia

sólo tres años y medio,

pero su memoria queda,

pues a Egipto le dio un vuelco:

No hay cosa, para un rufián,

mejor que un rey de pequeño.

 

De eunucos con "savoir faire".

Egipto Antiguo y Cleopatra VII. Egipto, diana de Roma.

 

Con romanos al Oeste,

con legiones descendiendo

por la Siria y la Fenicia

al mando del gran Pompeyo,

a ver qué hace Cleopatra,

que 18 está cumpliendo,

para sacar a su Egipto

de semejante avispero,

si, además, en breve plazo

la mandarán al destierro.

 

Misión imposible en la Antigüedad.

Egipto Antiguo y Cleopatra VII. El primer año.

 

Lleva Cleopatra un año

en el trono de su Egipto,

dejando a un lado al hermano

porque es todavía un niño.

 

Pronto, para su desgracia,

entrará en acción Potino,

un eunuco desalmado,

enrevesado y ladino

que engañará a Ptolomeo

diciéndole que el destino

lo llama a más altas glorias

si lo nombra su ministro.

 

El primer año de gobierno.

 

Egipto Antiguo y Ptolomeo XII. Muerte.

 

 Subido de nuevo al trono

del que el pueblo lo expulsara

por  empinar mucho el codo

y por tocar mal la flauta,

Ptolomeo doce, herido

en el hígado y el alma,

prepara su testamento

y con sus dos hijos habla,

el pequeño, Ptolomeo,

y la mayor, Cleopatra.

 

Los consejos que les diera

tendrán importancia tanta

que por más de veinte siglos

serán de relatos trama,

estarán de boca en boca,

y explorarán bajo el agua

buscando el palacio donde

copulara Cleopatra.

 

 Introducción a una reina regia.

Egipto Antiguo y Ptolomeo XII. La vuelta.

 

Con dos legiones por banda,

cabalgando a plena espuela,

Ptolomeo pisa a fondo

y a Alejandría se acerca.

 

La suerte, al fín, le sonríe;

el yerno, ya en la cuneta;

pronto verá Berenice

todo lo que un peine cuesta.

 

El precio de un trono.

 

Egipto Antiguo y Ptolomeo XII. Mendigando apoyos.

 

Tras gastarse medio reino

en Roma, buscando apoyos,

 el Senado da su sí,

pero apáñatelas solo.

 

Ptolomeo no se rinde,

deja un puerto y se va al otro,

con Pompeyo, que está en Éfeso,

esto es, en el quinto infierno.

 

De que todo lo vence la constancia.