Con las recomendaciones
de que venía provisto
Ptolomeo deja el barco
que de Roma lo ha traído,
saluda a la Berenice
y ésta lo hace su marido.
Y, como César, exclama
exultando regocijo
al verse con la corona:
Llegar, verla y ya he vencido.
Poco sabía el zagal
lo que le guarda el destino ...
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