He aquí la historia de un monarca que no hizo nada.
Me recuerda aquel rico comerciante romano que, cuando los Pretorianos sacaron a subasta la corona imperial, muerto por ellos el Emperador anterior, pujó el que más. ¡Y le coronaron Emperador! [Pensaban los Pretorianos, "si nosotros los quitamos, nosotros los ponemos ..."]
Tres meses más tarde, o así, llegó a Roma un general de verdad, con sus legiones, queriendo la púrpura, y la Guardia Pretoriana se pasó en bloque al general, dejando en la estacada al comerciante. Cuando lo llevaban a la cárcel a degollarle, gemía y gritaba el pobre: "¡Si no he hecho nada, a nadie he hecho mal alguno ...!" No le valió de nada, lo degollaron.
Y es que si se sube uno al carro de las instituciones, tiene que estar a las duras y a las maduras. Y las duras, cuando así se dan, son mucho duras, que dicen en cierta zona.
Las duras de Seleúco IV.
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