Ayer jueves, ¡madre mía!
y hoy ya viernes, ¡ay Fernando …!
A mí ya me parecía
de algo me estaba olvidando.
Ayer fue un dichoso día:
Encuaderné ni sé cuanto,
de temprano al mediodía,
y por la tarde, otro tanto.
El vago hace que no hacía
tiempo con tanto entusiasmo,
cuando escribir debería,
cual Cervantes, cual Erasmo.
Hoy hago lo que debía
haber hecho ayer, colgarlo
en la red, estantería
do el lector pueda alcanzarlo.
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