Ayer llegamos a Tirinto. Hoy estamos en lo alto de la colina y vemos todo lo que da de sí la ciudadela. En Tirinto, es cierto, se ve menos que en Micenas. No hay una puerta monumental en sus murallas, como la Puerta de los Leones de Micenas. No hay ni siquiera un círculo de tumbas, mientras que en Micenas hay dos. Pero en Tirinto queda en pie una parte, mínima pero suficiente, de la muralla, aunque escondida. Y la fortificación era mucho más recia e inexpugnable que la de Micenas. Eso lo comprobaremos enseguida.
Trataremos de imaginar cómo era el palacio cuando estaba en activo y para ello lo compararemos con datos similares de otro palacio micénico.
Cuando entramos a ver Tirinto no había un alma en sus ruinas, salvo la del vigilante. Poco antes de irnos a comer, éramos cinco almas, y se quedaron tres allá. ¿Verdad que son muy pocas almas?
Comentarios