Sigo buscando detalles sobre cómo se ha llegado a obtener el texto griego del Nuevo Testamento que se vende en las Librerías especializadas. Y hoy va a aparecer un detalle no diré que revelador, pero sí significativo. Pero mejor será dejar que el lector participe activamente en esta busqueda detectivesca, porque de detectives va la cosa. Hay que descubrir si ha habido o no crimen. Y, si lo hubo, probar que lo hubo. Conocer al culpable, está tirado, porque sólo hay un sospechoso y tiene todos los boletos. La clave está en probar que se ha cometido un crimen.
Me gusta ese teniente desgalichado y con barba de tres días, que con ambos ojos mira en dos direcciones distintas, con lo que capta el doble que los demás. Gracias a eso y a que discurre bien, lo resuelve todo. Veremos, veremos ...
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